lunes, 9 de junio de 2008

Nos fundimos (artículo de Pedro Diez Olazabal)

Hielo en el lago Grey.
Última actualización 04/06/2008@18:51:29 GMT+1
Pedro Diez OlazábalEsto parece que va en serio: masas de hielo, que han permanecido durante miles de años prácticamente invariables, hoy se disuelven como azucarillos.
Esta primavera atípica, fresca y lluviosa en estas latitudes europeas, tiene su contraparte paralela en el otro extremo del mundo, en un otoño también atípico, cálido y seco. Aquí, ahora, estamos encantados: por fin llueve (también en Cataluña ¡ufff!) y al otro lado del Atlántico y del hemisferio, en el sur de Chile, también están encantados: no hace frío, aunque tampoco llueve o nieva como de costumbre. Puede ser cuestión coyuntural, ya sabemos que los diferentes climas de la tierra, siempre han presentado variaciones sobre los parámetros básicos que marcan su tipología y que no todos los años son iguales.Pero hay mucho más para convencernos (si es que alguno aún no lo está) de que el cambio en los climas de la Tierra es muy real (lo que ya sabíamos) y (esto es lo nuevo) va muy de prisa. No son solamente los datos estadísticos aportados por los científicos encargados por la ONU de hacer el seguimiento a este fenómeno (IPCC), sino también los múltiples indicadores, meteorológicos, geológicos y biológicos, que sirven para constatar que estamos ante un cambio mucho más rápido del que se ha querido prever.En algunos casos ya no hacen falta sofisticados instrumentos de medición, basta con la pura observación directa. Es el caso de la fusión de los hielos milenarios de la Patagonia, en donde se sitúan dos inmensas masas heladas: el Campo de Hielo Norte, con una superficie de 4.200 km2 y 100 km. de longitud y el Campo de Hielo Sur, que se extiende sobre 13.000 km2 a lo largo de 350 km. El primero se encuentra enteramente en territorio chileno y el segundo es compartido por Chile y Argentina.Ambas masas forman dos grandes franjas heladas perforadas por montañas de entre 2.000 y 4.000 metros de altura, entre las que serpentean ríos de hielo, hasta totalizar cerca de ochenta cuencas glaciares. Estos glaciares fluyen a velocidades variables, pero muy lentas, de modo que la nieve acumulada en su parte inicial, a más de 2.000 metros de altitud, que pudo ver caer un explorador en 1.939, la están viendo desplomarse los turistas de hoy, 20 km. más abajo en forma de grandes rebanadas de hielo, sobre un lago o sobre las aguas de un fiordo marino.Pues bien, estas masas de hielo, que desde hace 10.000 años, compensaban su desgaste final con la acumulación anual de nieves en su cabecera, manteniendo su longitud y masa o incluso avanzando, hoy están en franco y rápido retroceso en los dos campos. Alguno, como el gran glaciar Upsala, en el Campo Sur, se ha visto recortado en más 6 km. entre finales de los setenta y la actualidad, ampliando progresivamente el espacio del lago Argentino en el que se funde, lo que se puede observar en fotografías aéreas y de satélite. En el Campo Norte, el glaciar San Rafael se retrae, desde 1985, a una velocidad de más de 300 m cada año. Tan solo algunos de estos monstruos de hielo, como el famoso glaciar Perito Moreno, parecen estar estabilizados y digo parecen, porque aunque no están viendo reducida su extensión superficial, sí están experimentando un adelgazamiento de su masa, que en este caso alcanza hasta 684 m de profundidad.La causa de este fenómeno está clara para los científicos: el incremento de la temperatura media y la disminución de las precipitaciones en esa zona del mundo.Allí te lo explican los paisanos de la zona y hasta los niños, que ya en su corta vida han observado que ahora nieva mucho menos en la Patagonia, que hace unos pocos años. Se esfuerzan en contar al viajero, que la temperatura de -1 a 2 0C, de estos días en Puerto Natales, Punta Arenas (Chile) o El Calafate (Argentina), para nosotros fría, es como un regalo de falso otoño para ellos y nos estremecemos al ver a las quinceañeras con sus minifaldas, en una estación en la que lo normal hubiera sido ir con forros polares de los pies a la cabeza.Esto parece que va en serio: masas de hielo, que han permanecido por miles de años prácticamente invariables, hoy se disuelven como azucarillos. Y más al sur, en la Antártida, la cosa empieza a ser también preocupante, calculándose que se está calentando, especialmente la parte oeste, hasta en una décima de grado centígrado al año, lo que es mucho para una zona tan frágil, como demuestra el hecho de que grandes masas de hielo se han fragmentado, como la placa Larsen B en 2002.La reducción de los hielos del Sur, menos conocida por el público europeo, como la del Norte, son dos efectos del calentamiento global y empieza sorprender su velocidad y contundencia. Conviene por ello traer a colación un informe, que fue considerado catastrofista y que emitió en 2.002 la nada sospechosa Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS), el cual afirmaba: “ es posible que los cambios previstos no se produzcan siguiendo una evolución gradual proporcional a las concentraciones de gas de efecto invernadero, sino por medio de una sucesión de cambios abruptos de régimen que afectarían a regiones subcontinentales enteras o incluso mayores”…”quitar relevancia o negar la posibilidad de que se repitan los cambios abruptos que se dieron en el pasado podría resultar caro” Nos fundimos, pero no importa, las petroleras y varios gobiernos ya están proponiendo estudiar los posibles yacimientos de petróleo de la Antártida.

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